Comunidad Ñamera

Tu nuevo Uñiverso

LA LLAMADA DEL CTHULHUTÓN

Cuando supimos de un encuentro que ofrecía viajes a dimensiones Lovecraftianas y nos permitiría mirar dentro de sus universos, buscamos como lograr rozar la posibilidad de asistir. Tuvimos suerte y recibimos la invitación que despertó una extraña sed que arrastró la fatídica esperanza de abandonar por unas horas este mundo insulso, falto de interés y de colores monótonos. Sin dudar con la saliva espesa, cuál arena recorriendo nuestras gargantas, tomamos la invitación. Esa entrada nos dejaría contemplar cómo la blancura de un muro poderoso, abarcaría extensas regiones de ensueños, dentro de las cuales los horrores desplegarían imaginarios dentro de los que una vez se rocen no habría regreso.

En la fecha estipulada, sedientos de imaginarios nos dirigimos al punto de encuentro. El recorrido fue sencillo, sin grandes obstáculos ni dilataciones. Cruzamos el umbral de la sala de cine que en la parte superior señalizaba el evento con letras rojas tintineantes. Aquella era señal inequívoca que auguraba la elocuencia del horror, pues más tarde, dicho tinte salpicará su rubor en escenas donde el elixir de la vida expresaría su último grito, penetrando nuestras retinas y dando paso a inclementes atrocidades.

Un corto, pero oscuro pasillo nos llevó a la estancia definitiva, esa donde por fin podríamos ocupar nuestro lugar entre mortales que deseaban atestiguar lo mismo que nosotros.

Ya desde la seguridad de nuestras butacas, pudimos discernir respirares colmados de expectación, que cuál densa masa ocupaba el espacio, transformando al público en presencias espectrales, reposando cada una en su propio trono y al mirar hacia cada silueta pudimos ver el brillo de sus ojos ávidos por recorrer reinos del otro lado del muro. Miradas no solo radiantes, sino rebosantes de pensamientos sabios, conocedores de horrores y lo sagrado que los habita. Entonces comprendimos que ellos eran parte de escenarios que habíamos habitado en ciertas lecturas de antiguos escritos lovecraftianos.

Ángel Codón Ramos, Enrique Dueñas y Juan Pérez de la Torre fueron los maquiavélicos anfitriones, quienes durante todo el encuentro, ejercieron de clérigos indoblegables, impartiendo magníficas y jocosas charlas, explicaciones, anécdotas a cerca de cualquier detalle del evento. Dirigían nuestras mentes con la intención de agudizar nuestras percepciones hacia las historias que veríamos en el rato que transcurriría durante el evento.

En medio de ese mar de hálitos voraces nos sumergimos entre penumbras, mientras nuestros anfitriones dieron apertura al encuentro con una grata charla que anticipaba la llegada de la primera película El más allá” de Lucio Fulci. Proyectadas sobre el muro blanquecino, atestiguamos imágenes que dibujaban con deslumbramiento terrores del otro lado, que lentamente se sintieron como si fuese un lienzo macabro guía hacia un imperio devastado sin retorno. Si bien, otros mirarían aquel imaginario con decepción y terror; nuestro anhelo de divisar despiadados mundos y meditar acerca de los misterios, del más irresistible de los señuelos, pues ningún nuevo horror puede ser más terrible que la tortura diaria del cine comercial.

Tras deleitar nuestras almas con aquel festival onírico, ocurrió lo más esperado de la invitación. Cuál mago de mirada hipnótica, de barba corta y blanquecina que en un pasado resplandecería con colores de un ave rapaz, apareció Sandy Petersen. Tenía la frente alta y blanca como la de un sabio proveniente de algún templo enterrado por el tiempo. Vino con humildad y elocuencia solo para acercarnos con sus palabras a la grandeza del abismo de los sueños con su creación del juego de rol “La llamada de Cthulhu”. Narró sus primeros pasos hacia las obras del gran maestro Lovectaft; de como un loco pasó casi una década deambulando por librerías en búsqueda de la oportunidad de acariciar con la mirada aquellas obras, para convertirse en aventurero de la imaginación en aquel cosmos entonces prohibido para él. En medio de aquella escena, Petersen siendo el centro de atención de la oscura sala, explicó los misterios de las obras que presenciaríamos en el muro blanco. Habló de regiones que amaríamos en nuestras fantasías, aunque nunca podríamos tocar. Para luego, con pulso firme y despiadado, posar su firma a modo de recuerdo en los libros que cada espectro de la sala quiso atesorar.

Luego, ante la pantalla blancuzca, Sandy nos presentó la siguiente cinta. En esta, él tuvo la suerte de aportar su conocimiento y pasión Lovectaftiana. Una obra en blanco y negro que nos arrastraba despiadadamente, más sin perder la calma, ente sombras a una historia devastadora, de brumosa inmensidad destructora de mentes y esperanzas. “The Whisperer in the darkness”, no deseamos profundizar a cerca del tema en este escrito, pues deseamos ser más inmersivos a la hora de dibujar dicha experiencia susurrante de tiempos, entes y espacios cuya existencia vislumbramos tan solo en ciertas pesadillas. Lo que es innegable, es que quedamos tremendamente encantados con el hipnotismo narrativo y su cercanía al relato original.

 

Por último, tras un breve descanso nos fusionamos con las penumbras de la sala de cine para posar nuestros ojos un clásico conocido del imperio de obras macabras del celuloide: “Re-Sonator”. Todos los de la sala estábamos expectantes, pues en comunión dejaríamos que nuestras mentes queden devoradas por las bizarras ideas que oculta la mente cuando desea ver más allá de los insondables límites de lo humano. Una obra disfrazada de humor, pero realmente inclemente, ya que el reino del otro lado es mucho más punzo-penetrante y blasfemo de lo que somos capaces de comprender.

Ya finalizada la magna obra del horror, vimos a Sandy Petersen, sumo sacerdote del “Cthulhutón” levantarse de su lugar, rejuvenecido, como si se hubiese alimentado con voracidad insaciable de todo lo que sintió viendo aquella locura del celuloide. Sonriente, con un brillo de regocijo juvenil, obsequiaba palabras de despedida junto a los anfitriones del evento: Ángel Codón Ramos, Enrique Dueñas y Juan Pérez de la Torre. Dando sensación de cerrar un ritual, que esperemos, se mantenga y repita. Pues el reino del horror es infinito en sus misterios.

Salimos de evento, envolviendo nuestras esencias en pieles de humanos mortales y disipándonos entre las sombras de la noche, para volver a la cotidianidad terrenal. Aunque jamás abandonaremos el cosmos del cual somos meras partículas de un universo mucho más grande del que nuestras mentes son capaces de comprender.

Gracias gente del “Cthulhutón”, pues en este humilde evento nos habéis deleitado con una pequeña bocanada de horrores, locura y su arte.

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